No, no lo puedo negar, aún duele, aún llora ese pequeño lirio que se cree mi corazón
Era algo lógico, fueron más de mil horas. En unos pocos días no se iba a ir así como así, es cabrona y hereje, la pena vuela y yo voy al vuelo con ella, sin desearlo, me tiene amarrada con un hilo muy fino, solo un tirón y será libre.
Y yo trato de mover los músculos, trato de mover los ojos, parpadear más rápido , llorar menos lágrimas y más diamantes, creer en los cerezos. Joan es hermana de la cordillera, ¿Puedo yo acaso ser hermana de la amapola? Aquella solitaria entre las hojas secas.
Vuelan las notas y telepáticamente me encuentro en el regazo del mundo, como sonrisas de niños, como viento en el desierto, como sangre en las manos.
No doy mucho más, no puedo ni lo deseo, no soy capaz de ser esa risa sincera tan pronto.
Me creí invencible pero no lo fui. Y ahora tú, que no eres causante de mi pena, respirando en mi costado, de manera musical y altanera. Ven acá y responde... ¿ Como le hacemos? Si ya nos hemos restringido.