EL cielo de noche, la ira perpetua, te veo y entonces te cierro la puerta.
te cierro la puerta, cerrartela en la cara, dejarte ebrio de dolor, dejarte nauseabundamente mareado, como podría yo, siendo tan débil, aparentemente fuerte, siendo tan débil, aparentemente gris, llegó un alma italianizante, y se queda permantentemente, así que para no golpearte cierra tu mismo la puerta. Robaste lineas hombre, robaste lineas, la opalescencia de tus palabras, se confundió, con lo tornasol de las mias, en mi mundo tan cerrado, en mi mundo tan estrecho, tal crimen se paga, que iluso fué pensar que pudimos ser un nosotros, sabiendo que la separatidad nunca se rompería, que los paraderos de la calle con nombre de flor, no serían recorridos por mis zapatillas, ni por nuestras manos entrelazadas, es sencillo pensar ahora que soy feliz, porque lo soy, y deseo gritartelo de manera histrionica e hiperventilada, no antipática, sino de una manera de entender que este ciclo ya se cerró.
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