tu ventana, la de las flores la del sol, donde colgabas tu ropa interior, donde la bonda floreada adorna la estación, tu ventana, donde las horas son de nácar...
Hay un loro de madera en la mampara de mi ventana, me mira con tristeza y su típica arrogancia internacional caribeña. Habla muchas cosas, dice poco. Me observa con sus grandes ojos negros, y da a entender que me comprende, también sufre tras estos barrotes, también desea escapar y alejarse hacia cielos más cálidos, más sudorosos, más familiar.
Yo no necesito escapar de aqui, lo que sucede, es que no me siento parte de algo en este momento. entonces el loro me mira de perfil y canturrea.
que mi ventana de a otra ventana, sería interesante si es que no fuese una ventana con cortina obscura, que no diera a una escalera, a una copia barata de un cuadro de monet, si giramos un poco, se ve algo más interesante, el problema es que el loro y yo, sufrimos de tortícolis.
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