2 de octubre de 2010

A penas pueda, recortaré mi nombre de las revistas y seguiré la línea, aquella donde nadie me vea ni me encuentre, aquella que se dirija hacia el centro de la nada misma y confluya hacia el vacío. Correré por los prados oscuros y me abrazaré con los árboles invisibles. En soledad perpetua e infinita generaré sonrisas reales, nadie me verá, nadie oirá, nadie reprochará ni felicitará.
Tomaré un poco de ese fino licor que tanto me gustaba hace unos años, un cóctel de anfetas y bla bla para para para para parar en el lugar al que pertenecí durante un tiempo, donde la gente se viste de blanco y se lava las manos cada cinco minutos.
Corre corre que te pilla la hora de purgar tus faltas, no queda espacio siquiera para un plátano con leche. Mejor que no, cuanta grasa señores! cuanta grasa! Qué es la dulzura sin lo agrio, qué es el sonido sin el SILENCIO. Cállate conchadetumadre cállate que no estoy de ánimo.
Bailas tú de una manera tan particular, mueve esa anatomía imperfecta y de aquí a cinco años ganaré treinta billetitos de mil.
Qué importa que ande por el suelo si algunos andan tan alto! que vergüenza mi carácter funcional apático ¿Te molesta? mira que bien me da lo mismo! puesto que yo aquí tengo años y años de práctica en la tristeza, años y años de práctica en fingir felicidades y sonrisas rosas chispeantes llenas de femeneidad. Al carajo.
No puedo galopar más tiempo del que he recorrido, la elegancia de estos equinos me está matando así como su figura marchita. Son como esas flores que se apresuran en nacer, bellas que mueren a los días.
Como soy súper rupturista pa mis hueás escribo con letra enorme y me vale lo que piense usted y usted.

Adiós respiro, adiós cerebro, me quedaré en una laguna mental, y si es que muero en el intento intento intento intento intento feliciteme.