que los segundos se vuelven minutos y los minutos horas, que los tendones vuelan y crecen delante de las mariposas, estas miran deseando pasar desapercibidas ante tal demostración de belleza, que las mujeres mueven sus cabelleras, haciendo naufragar esos barcos donde acaso existirá el amor entre agua y tierra, y la vida que va haciendo todo más engorroso.
Que las hojas que se mecen al viento soplan que ya no quieren crujir más, entre los motores de las piernas de un niño ciego van danzando y riéndose como pequeñas que son y todo se vuelve más francés.
me niego al abandono del lugar común a la hora de expulsar y direccionar a la nada esta totalidad infinita.