Era como encontrarse con el Aleph, la esencia tridimensional de las cosas, el espacio más allá del espacio, la palabra más compleja que la realmente dicha, y ahora, cuando veo que las cosas se cierran y se vuelven imperfectamente perfectas, logro percibir que la palabra no dicha aún puede consistir en el arma más poderosa y que las miradas, sí señores, esas miradas de costado pueden explotar en un montón de palabras, sensaciones, consejos y en ese vomito de ideas y de caricias y de golpes y de una negrura colorífica, podremos encontrar paz.
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