Bruma.

La calle desierta inspiraba un sentimiento más patético que aterrador, siempre era así, pensaba esta damita, la gente se asusta con la falta de sol, con la niebla que baja y con los mundos monocromáticos, que sarta de idiotas.
Así que este es la ciudad que se avecina, una jungla de cemento apta para la escritura y todo lo deribado de ella, así que esta es la ciudad que tanto miedo inspira, pensaba lucía desde su ventana.
¿ te llamas lucía?, preguntó el conejo con una mirada más lujuriosa que de costumbre.
sí, porque?, respondió nuestra querida niña
no lo se, me entusiasma la sola idea de raptar a alguien llamada lucía.
uno, dos, tres, que el conejo corre con la niña en sus hombros, luego la bajaría a sus piernas, de ahi... pues es obvio.
Todo esto revolotea en la mente de las personas ( si incluso en aquellas de yemen), pero más en la de ella, esta tarde colectora de sombras bajadas a ras de suelo, lamentablemente no podía caminar, maldita enferma, maldita niña enferma, si ella no estuviese con pijama saldría, si ella no tuviese sus abrigos en el techo saldria, si emilio estuviese abajo y no arriba saldría, si tuviese algun café, algun incentivo, alguna iniciativa, alguna sonrrisa, alguna misera lluvia, y no solo bruma, algunos otros pañuelos, alguna ciudad má bella, algunas otras más pastillas ( las tiene pero las promesas son irrompibles, sobre todo si se le promete a ese caballero), y como dicen por aqui, yo aquí sentada, sin poder ayudar, lamentablemente esto tiene menos sentido que muchas cosas, sin embargo es tan frustrane tener un día maravilloso y sentirse apartada por un maldito dolor fisico, tan superficial, tan profundo.
Asi que tu eres lucía?, dijo la esposa del conejo, acto seguido, la ató de manos y pies, mientras más disfruten, mejor, penso ella, y finalmente cedió.